@Antonio Casado - 25/09/2007
Apenas cuatro horas después de conocerse la muerte de dos soldados españoles en Afganistán, por la explosión de una mina al paso del vehículo militar, el PP ya había convertido la desgracia en un asunto más de la reyerta política interior. El número dos, Ángel Acebes, y sus cuatro "exigencias" al Gobierno: funeral de Estado no "clandestino"; medalla por acción de "guerra"; comparecencia inmediata de Zapatero en el Congreso, y viaje de una comisión parlamentaria a zonas de conflicto para saber en qué condiciones trabajan nuestros soldados.
Es una simple cuestión de buen gusto lo que se ventila en el hecho de no conceder ni veinticuatro horas de carencia al debate permanente PSOE-PP. Ni el respeto al dolor de las familias ha frenado la tentación de hacer política con los dos soldados de cuerpo presente. Pero, en fin, es lo que hay. Se explica, se puede entender el trauma no superado de la guerra del Irak, como causa de la bancarrota electoral de hace casi cuatro años, pero el PP ya debería haberse quitado el luto y no seguir respirando por esa herida. No se hace ningún favor.
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