dilluns, 5 de novembre del 2007

Pelo y pluma

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EMPAR MOLINER 05/11/2007

En un estupendo artículo que firma Enric Badia en este periódico, leo el caso del concejal del PP de Berga, Josep Saña, que envió por e-mail unos comentarios sobre los homosexuales a otro concejal, éste del Partit dels Socialistes (y homosexual). Decía el tal Saña, entre otras cosas (que no reproduzco por si leen este artículo en horario infantil), que no entendía "cómo hay tantos homosexuales con el asco que damos los hombres peludos".

En el artículo que les digo, el autor cuenta que este tipo de declaraciones tradicionalmente "han quedado sin castigo en el PP". Y lo ilustra con un ejemplo: el del alcalde de Pontons, también del mismo partido. Al hombre le salió gratis decir que los homosexuales "son personas taradas, deficientes, inmorales" y revelar el porqué: "Lo normal es que las personas nazcan macho o hembra, porque yo no he visto nunca a dos perros haciendo el amor".

A mí, los comentarios de Saña no me parecen de homófobos, me parecen muy pintorescos. Cuestionarse por qué hay "tantos homosexuales, con el asco que damos los hombres peludos" no es homófobo, pero demuestra unas peculiaridades en el córtex del autor que algún malintencionado podría decir, sin duda, que son incompatibles con el ejercicio de cargo público, con el ejercicio de cruzar un semáforo en verde o hasta con el de colocar una ficha triangular en un agujero triangular. En primer lugar, nuestro hombre presupone que a todos los homosexuales les gustan los hombres peludos. Eso nos lleva a pensar, pues, que si no hubiese hombres peludos, Saña ya entendería que hubiese "muchos" homosexuales. Dejarían de dar asco. Ya ven que el córtex de Saña no ha conseguido relacionar el término depilación con los términos ciclista, culturista, nadador o hasta metrosexual.

Pero es que, además, si nuestro sujeto no entiende que haya tantos homosexuales "con el asco que dan los hombres peludos", tenemos que suponer que tampoco entiende que haya tantas mujeres heterosexuales. Y la razón es la misma. El asco que según él dan los hombres peludos. No sé qué experiencia tiene Saña en estas cuestiones. Habrá que suponerle heterosexual, pero no podemos afirmar -porque lo desconocemos- que haya tenido trato carnal con hembras. Sabemos, eso sí, que es peludo, porque dice "el asco que damos" y no "el asco que dan". Pero ¿cómo sabe que los hombres peludos dan asco? ¿Le darán asco a él, y su peculiar visión del mundo hace que eleve a teoría universal una experiencia propia? ¿Alguna mujer le habrá dicho "los hombres peludos dais asco"? La conclusión a la que nos lleva Saña sin querer, pues, es que sólo las mujeres no peludas pueden mantener relaciones sexuales con otras mujeres no peludas sin dar asco.

En cuanto al otro, al alcalde de Pontons, pues me parece muy bien que nadie de la cúpula del PP le haya echado. Este sí que soltó comentarios homófobos, pero ya comprendo que un partido político no puede prescindir de alguien que afirma: "Lo normal es que las personas nazcan macho o hembra, porque yo no he visto nunca a dos perros haciendo el amor". Dejemos a un lado el prodigio de dispersión que supone la frase. Dejemos a un lado que no tiene nada que ver nacer macho o hembra con ser homosexual o heterosexual. Y hasta dejemos a un lado que yo misma, que me he criado en el campo, por supuesto que he visto a animales del mismo sexo intentando -y a veces consiguiendo- la cópula. Hay gallinas que quieren hacen de macho o pollos que quieren fecundar a otros pollos, por no hablar de los perros, que, a la mínima, embisten con libidinosas intenciones a otros perros macho, a peluches o a piernas humanas.

Porque eso es lo de menos. Lo que de verdad es conmovedor, lo de que de verdad convierte al alcalde de Pontons en una personita especial y valiosa es que diga que no ha visto a dos perros "haciendo el amor". Gracias, san Antonio por permitirme este momento. Con lágrimas de emoción se lo digo a ustedes. Es muy difícil encontrar a alguien tan cursi como para decir que los perros "hacen el amor". Los que hacen el amor son los humanos (y no todos), como ya cantó en su día el cubano Dinio. Los perros, las moscas o los animales solípedos en general, como por ejemplo el asno, hasta hoy se apareaban. Pero, bueno, igual ya no es así y a lo mejor ahora hasta se fuman el cigarro de después.

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