«La UMD fue, pese a su corta vida, el primer movimiento progresista en las Fuerzas Armadas españolas preocupado por el futuro del país y su creación supuso el primer intento por parte de algunos militares de sumarse a la vorágine democrática contra la dictadura»
DANIEL REBOREDO/HISTORIADOR
La España de los años setenta del siglo XX se caracterizó por la crisis del régimen franquista favorecida, en gran medida, por la presión que sobre la misma ejercieron el movimiento obrero, el estudiantil y numerosos miembros de la pequeña, media y alta burguesía del país. Diversos grupos de la llamada derecha civilizada fueron surgiendo con la finalidad de apoyar a alguna figura política que pudiera conducir al país a una salida, más o menos, pluralista. En la izquierda, las organizaciones obreras clandestinas revivieron a partir de 1973, protagonizando continuas huelgas. Comisiones Obreras empezó a recobrarse de la represión que había sufrido, UGT empezó también a cobrar fuerza entre la clase obrera al regresar sus líderes del exilio, el PSOE resurgió a partir de 1972, en el verano de 1974 se creó la Junta Democrática (junio de 1974), encabezada por el Partido Comunista, y de la que formaban parte CC OO, algunos pequeños partidos y algunas personalidades independientes, un año más tarde se constituyó la plataforma de Convergencia Democrática (julio de 1975), integrada por el Partido Socialista, los socialdemócratas, los demócratas cristianos, el PNV y otras formaciones políticas y en 1976 ambas se fusionaron en Coordinación Democrática.
A partir de entonces, la oposición democrática se convirtió en una alternativa creíble, a pesar de que seguía dividida, y la izquierda aprovechó el consenso existente a favor del cambio, aglutinando a todas las tendencias democráticas y abriéndose a todos los grupos sociales. Como la oposición a la dictadura se encontraba muy dividida, se hacía necesaria una salida pactada, y de ahí que se adoptase la fórmula de reforma, mantenida por las fuerzas de derecha y centro, frente a la de ruptura democrática que deseaba la oposición más radical de la izquierda. El verdadero enemigo con el que se enfrentaban era el aparato del Estado franquista, que unido al Ejército podría hacer pervivir el régimen. Las dos iniciativas en este sentido, la de Carrero Blanco y el proyecto aperturista de Arias Navarro, fracasaron; la primera por el atentado de ETA (diciembre de 1973) y la segunda por la conflictividad social, la movilización obrera, la oposición de parte de la Iglesia, el incremento de la actividad terrorista (ETA, FRAP, Guerrilleros de Cristo Rey, Batallón Vasco-Español y Triple A) y la gestación de la Unión Militar Democrática en el Ejército.
El Ejército y la Iglesia representaban la columna vertebral sobre la que descansaba toda la estructura social de la dictadura. La casta de oficiales del primero encarnaba el núcleo duro frente a cualquier intento encaminado a reducir la represión. La Iglesia católica, que bautizó como Santa Cruzada Nacional el levantamiento fascista de Franco, fue el soporte espiritual de la dictadura durante décadas. Ambos estamentos se vieron afectados, y presionados, por lo que estaba sucediendo en el país y las contradicciones que estaban sacudiendo los propios cimientos de la sociedad tenían que expresarse necesariamente en su seno. Los militares habían sido un colectivo muy homogéneo en su apoyo a la dictadura, tras la depuración que se llevó a cabo durante cuarenta años.
A pesar del monolitismo del Ejército, la nueva situación de la España de la época se reflejó también en su seno con la creación clandestina de la UMD (Unión Militar Democrática) en agosto de 1974 por un grupo de oficiales y suboficiales jóvenes de los tres ejércitos, principalmente del de Tierra, contrarios a la dictadura franquista e influenciados por la Revolución portuguesa de abril de 1974 que lideraron oficiales izquierdistas del Ejército portugués. La UMD fue, pese a su corta vida, el primer movimiento progresista en las Fuerzas Armadas españolas preocupado por el futuro del país y su creación supuso el primer intento por parte de algunos militares de sumarse a la vorágine democrática contra la dictadura. Pero no debemos confundir la realidad y de ahí que tengamos que recordar que la organización clandestina fue todo menos revolucionaria, ya que la crearon militares de ideas conservadoras, aunque moderadas.
El ideario de la organización se elaboró en Barcelona el 1 de septiembre de 1974 y fue aprobado en asamblea general el 28 de diciembre del mismo año. Su documento más importante fue confeccionado por los tres comandantes y nueve capitanes fundadores de la Unión y en el mismo se señalaban dos tipos de objetivos, los nacionales y los militares.
Los primeros incluían el restablecimiento pleno de los derechos del hombre y de las libertades democráticas, las necesarias reformas socioeconómicas, la erradicación de la corrupción imperante y la convocatoria de una asamblea constituyente elegida democráticamente para elaborar una Constitución que permitiera a España integrarse en la Europa occidental. Los segundos se centraban en la reorganización de las Fuerzas Armadas, la revisión de la Ley General del Servicio Militar, la reforma del sistema de Justicia Militar y la elaboración de un Estatuto del Militar.
En un documento oficial de la UMD, titulado Las razones de nuestra existencia y elaborado, como la mayoría de sus textos, por Julio Busquets y Julián Delgado, transmitían a la sociedad española sus reflexiones más destacadas («¿De qué sirve un Ejército eficaz si está mandado por generales enemigos de la democracia? La respuesta es dolorosa: sirve para impedir la libertad del pueblo»; «Porque no queremos ser instrumento ciego de unos generales ultras que en cualquier momento pueden dar un golpe de Estado. Porque no queremos tener que salir a la calle para disparar contra los estudiantes y los obreros. Porque queremos crear una mentalidad liberal y democrática dentro de las Fuerzas Armadas que garantice la convivencia pacífica de todos los españoles»).
La ruptura que este movimiento podía generar en el Ejército español, y la influencia que podía ejercer en otros cuerpos represivos, como la Policía y la Guardia Civil (se gestaron entonces los embriones de lo que luego serían el Sindicato Unificado de la Policía -SUP- y el Sindicato Unificado de la Guardia Civil -SUGC-), obligó a los mandos franquistas a actuar rápidamente contra él y fue desarticulado en julio de 1975, cuando contaba con casi 200 oficiales y suboficiales del Ejército.
El 29 de este mismo mes fueron detenidos diez oficiales acusados de pertenecer a la organización clandestina y el 9 de marzo de 1976, hoy hace treinta años, se inició el juicio contra ellos, tras el que fueron expulsados del Ejército y condenados a prisión. Pero la semilla estaba plantada, y a pesar de los conatos involucionistas de Tejero, Miláns y Armada del 23 de febrero, del intento de golpe del 27 de octubre de 1982 (vísperas de las elecciones que darían la victoria por mayoría absoluta al PSOE) y de los planes golpistas de 1983 y 1985, en Burgos y La Coruña, la lucha y el esfuerzo de estos militares demócratas no cayeron en saco roto y gran parte de sus propuestas ideológicas impregnaron las Fuerzas Armadas democráticas. Como señalábamos con anterioridad, la UMD fue fiel reflejo de su tiempo y de la España de la Transición, a pesar de su injusto final.
Publicado el Diario Vasco el Jueves, 9 de marzo de 2006.
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